La importancia de las sociedades musicales en la Comunidad Valenciana se traduce en la existencia de 539 entidades (el 50% de España) con 40.000 músicos, 60.000 alumnos en escuelas de música y 220.000 socios.
La labor social, cultural y educativa de las escuelas, que comenzaron a desarrollarse en el siglo XIX y son la base de esta tradición musical, es objeto de una investigación que analiza su historia y futuro, y ahonda en las perspectivas docentes de estos centros educativos no reglados y ahora amenazados ahora por la crisis.
El autor de la tesis doctoral presentada y aprobada cum laude en la Universitat Jaume I de Castellón, Remigi Morant, explica el desarrollo de las escuelas musicales en un contexto social e histórico en el que los alumnos de muchos pueblos no podían acceder a la formación de los conservatorios de las ciudades o a clases particulares reservadas a la élite burguesa. Desde esta perspectiva, las escuelas locales motivaron “la democratización de la música” y con el paso de los años han dado formación a cientos de miles de niños.
Morant constata también los “grandes beneficios educativos” de la música, que aporta a los estudiantes seguridad, responsabilidad, confianza, autodisciplina y compromiso en su tarea. En su tesis concluye que la formación musical redunda en los alumnos que la reciben en mejores resultados académicos.
Al analizar la supervivencia de las escuelas musicales, Morant destaca que es necesario dotarlas de “un proyecto educativo propio y diferenciado de los conservatorios”, y de una renovación pedagógica y de investigación “apoyada con una financiación adecuada” de la Administración, como ocurre en el resto de comunidades autónomas. En el caso valenciano, las escuelas están adscritas a las sociedades musicales, que son entidades sin ánimo de lucro que sólo alcanzan a recaudar un 23% en concepto de ayudas públicas. La formación la mantienen, básicamente, las sociedades musicales y las familias. Con los recortes de la crisis, la aportación pública, que sigue siendo esencial para su mantenimiento, se ha reducido drásticamente.
Remigi Morant, que es asesor educativo de la Federación de Sociedad Musicales de la Comunidad Valenciana, destaca asimismo el papel de esta entidad en el trabajo de sensibilización de la música como “eficaz herramienta” en el rendimiento educativo y en la lucha contra el fracaso y abandono escolar. En esa línea, la investigación aborda a través de numerosas encuestas la situación del profesorado ante su “histórica discriminación” por impartir una enseñanza no reglada. Los encuestados en la investigación piden una nueva reglamentación que reconozca a las escuelas musicales como centros de pleno derecho.
La labor social, cultural y educativa de las escuelas, que comenzaron a desarrollarse en el siglo XIX y son la base de esta tradición musical, es objeto de una investigación que analiza su historia y futuro, y ahonda en las perspectivas docentes de estos centros educativos no reglados y ahora amenazados ahora por la crisis.
El autor de la tesis doctoral presentada y aprobada cum laude en la Universitat Jaume I de Castellón, Remigi Morant, explica el desarrollo de las escuelas musicales en un contexto social e histórico en el que los alumnos de muchos pueblos no podían acceder a la formación de los conservatorios de las ciudades o a clases particulares reservadas a la élite burguesa. Desde esta perspectiva, las escuelas locales motivaron “la democratización de la música” y con el paso de los años han dado formación a cientos de miles de niños.
Morant constata también los “grandes beneficios educativos” de la música, que aporta a los estudiantes seguridad, responsabilidad, confianza, autodisciplina y compromiso en su tarea. En su tesis concluye que la formación musical redunda en los alumnos que la reciben en mejores resultados académicos.
Al analizar la supervivencia de las escuelas musicales, Morant destaca que es necesario dotarlas de “un proyecto educativo propio y diferenciado de los conservatorios”, y de una renovación pedagógica y de investigación “apoyada con una financiación adecuada” de la Administración, como ocurre en el resto de comunidades autónomas. En el caso valenciano, las escuelas están adscritas a las sociedades musicales, que son entidades sin ánimo de lucro que sólo alcanzan a recaudar un 23% en concepto de ayudas públicas. La formación la mantienen, básicamente, las sociedades musicales y las familias. Con los recortes de la crisis, la aportación pública, que sigue siendo esencial para su mantenimiento, se ha reducido drásticamente.
Remigi Morant, que es asesor educativo de la Federación de Sociedad Musicales de la Comunidad Valenciana, destaca asimismo el papel de esta entidad en el trabajo de sensibilización de la música como “eficaz herramienta” en el rendimiento educativo y en la lucha contra el fracaso y abandono escolar. En esa línea, la investigación aborda a través de numerosas encuestas la situación del profesorado ante su “histórica discriminación” por impartir una enseñanza no reglada. Los encuestados en la investigación piden una nueva reglamentación que reconozca a las escuelas musicales como centros de pleno derecho.
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