Los instrumentistas de viento, además de utilizar manos y brazos, tienen una significativa carga en la musculatura de la cara, no sólo de la boca. La embocadura es la posición de los labios y los músculos faciales con respecto al instrumento, de manera que pueden vibrar en diferentes intensidades y velocidades al pasar el aire entre ellos; he aquí la base de la producción del sonido en los instrumentos de viento.
El estudio de estos instrumentos es sumamente peculiar, pues las dinámicas de respiración y el gesto facial pueden cambiarlo todo e incluso generar problemas tanto de sonido como del manejo de los recursos técnicos de la embocadura. Se pueden producir un cansancio físico y unas tensiones e incluso unas lesiones musculares (por ejemplo el "síndrome de Satchmo") que nos pueden pasar desapercibidas.
En el interesantísimo artículo al que hoy os enlazamos se habla detalladamente de todo ello, y de las diversas formas de conseguir el mejor equilibrio entre el esfuerzo físico del estudio y la relajación muscular facial necesaria para la mejor interpretación de los instrumentos.
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